Para todos aquellos que entrenamos de forma frecuente, y más aún para los
que lo hacemos buscando un objetivo en base a una competición, no hay nada peor
que caer lesionado.
Estar lesionado significa que debamos dejar de lado los entrenamientos
para poder recuperarnos o que tengamos que bajar el nivel de estos. Ambos casos
siempre repercuten negativamente en el rendimiento.
Una de las lesiones más comunes son las “tendinitis”, que no es otra cosa
que la inflamación del tendón, sea de la articulación que sea. Se trata de una lesión,
generalmente causada, por esfuerzo físico excesivo.
Lo que principalmente debemos hacer ante una tendinitis es tener reposo,
para que podamos recuperarnos con garantías de no caer nuevamente lesionados.
Los tendones son los encargados de mantener unidos los músculos al hueso. Están formados principalmente por colágeno que da resistencia y elastina que es la que los dota de la elasticidad para realizar el movimiento. Con el paso de los años los tendones se hacen más rígidos y débiles, con lo que el riesgo de sufrir tendinitis es mayor.
Las tendinitis suelen producirse por superar los
límites de resistencia del tendón. Debido a levantar demasiado peso o por la repetición
sistemática de un movimiento que va afectando sobre la resistencia de los
tendones y termina dañándolos.
La mejor manera de prevenir una tendinitis es realizando un buen calentamiento, lo que sobra decir, pero que en muchas ocasiones no tenemos en cuenta y empezamos a entrenar sin haberlo realizado previamente. Lo que expone a nuestros músculos y tendones a un riesgo que podemos evitar si realizamos el calentamiento necesario.
La mejor manera de prevenir una tendinitis es realizando un buen calentamiento, lo que sobra decir, pero que en muchas ocasiones no tenemos en cuenta y empezamos a entrenar sin haberlo realizado previamente. Lo que expone a nuestros músculos y tendones a un riesgo que podemos evitar si realizamos el calentamiento necesario.
Otro aspecto a destacar el la correcta ejecución técnica de cada ejercicio. Algo que parece que tenemos muy olvidado y que nos centramos más en levantar mayor peso, adulterando la técnica correcta y adecuada a cada ejercicio.
Si somos conscientes de que sufrimos una tendinitis,
lo mejor siempre es guardar reposo en la zona afectada, ya que si seguimos
realizando ejercicio podemos hacer que ese dolor se vuelva crónico.
Las tendinitis más corrientes o habituales en las
personas que entrenan pesas son en el hombro (deltoides anterior), en el codo (tendón
del tríceps) y en la rodilla.
Para tratar una tendinitis debemos:
- Identificar la causa del dolor. Si es producida por la actividad deportiva,
lo más aconsejable sería, dejar de realizar la actividad o ejercicio que te
produzca ese dolor. Descansando el área afectada.
-
Cuando estemos recuperados, no podemos volver a
entrenar “de golpe”, siempre hay que volver a los entrenamientos de manera
progresiva. Empezando con cargas bajas y medias antes de levantar cargas altas.
Intentando no realizar ejercicios que puedan ser de alto impacto o explosivos.
-
Acordémonos de realizar nuestra rutina de estiramiento
antes y después de hacer ejercicio, así como calentar bien.
-
Si fuera necesario, usar aparato ortopédico en la zona
afectada, como por ejemplo, una rodillera, muñequera, codera o similar… Pero
solo cuando estamos entrenando, quitándonoslo cuando haya acabado el
entrenamiento.
-
Tomar algún antiinflamatorio (ibuprofeno o aspirina)
nos sería de gran ayuda, lo que nos ayudará a aliviar el dolor.
-
La aplicación de frío y calor para aliviar molestias
es fundamental, sobre todo frío. El hielo es el mejor antiinflamatorio que
podemos encontrar.
Siempre es muy fastidiado tener una
lesión, pero más fastidiado sería que por no tomar las medidas adecuadas esa
lesión no remita o incluso empeore.
Si de verdad te gusta entrenar, no te
pongas en riesgo tu salud y haz las cosas bien, es un consejo.